Mi nombre es Sandra, tengo 44 años y vivo en un pueblo costero de Málaga llamado Rincón de la Victoria. Todo empezó hace aproximadamente 5 años con la ilusión de una emprendedora, y con muchas ganas. Tanto era mi deseo de verlo hecho realidad, que en cuestión de poco tiempo ya estaba metida e inmersa en este mundillo tan mágico...
Mis inicios profesionales comenzaron como diseñadora gráfica, tras 10 años de experiencia en diferentes empresas y unido a la crisis que por entonces existía, empecé a trabajar en otros campos como administrativa y hostelera. Finalizando el año 2010 sentí la necesidad de un cambio de vida, con lo cual hice las maletas y me fuí a estudiar inglés de au pair, con 37 … ¡eso si que es un cambio! Me encantan los niños así que me pareció una gran idea.
Alojada en un pueblecito llamado Great Missenden, a 50 minutos en tren de Londres, fue donde me enamoré. Una mañana entré en una cafetería/pastelería para desayunar, y nada más entrar me quedé fascinada con el mostrador. Estaba lleno de tartas altas, enormes galletas con lacasitos, cupcakes, brownies, en fin mi cara lo dijo todo, soy bastante expresiva y hasta la chica que estaba en el mostrador lo notó al instante.
Fue entonces cuando me pregunté… ¿porqué no montar un obrador/pastelería en mi pueblo? Siempre me ha apasionado este mundo y se me ha dado bien desde que era pequeña, y así fue como comenzó mi cabeza a darle vueltas a esta idea. Volví a Málaga para prepararme y formarme bien, hice un Master de Bakery, varios cursos de pastelería en centro de formación Mlouza, además de otros muchos como el de chocolate con Fran Segura, curso de chocolate wrap con Paul Bradford en la escuela de Alma´s Cupcakes, curso de flores de azúcar con Yocuna, decoración con manga pastelera con la casita dulce de las flores, galletas decoradas en Enjuliana, distintos niveles de tartas de fondant, etc...
Soy muy perfeccionista y siempre trabajo con toda la ilusión y el amor del mundo. Busco información sobre el diseño de la tarta, busco inspiración y me gusta cuidar cada detalle para que salga a la perfección. Por otro lado, me considero muy afortunada, ya que el esfuerzo queda gratamente recompensado. Ver la cara a mis clientes y escuchar sus comentarios tras cada bocado, es sin duda la mayor gratificación a las horas de dedicación.
Por supuesto, tengo que agradecer a toda mi familia el gran apoyo que tengo día tras día, sin ellos como protagonistas a mis padres, este sueño no se hubiera hecho realidad. A mis dos hermanas, siempre cerca de mí, dándome los mejores consejos, apoyándome en todo, tengo suerte de tener las mejores hermanas del mundo. Mis probadores, todos los dulces pasan por sus exhaustivos paladares antes de ver la luz. A mi pareja, gracias por estar ahí a pesar de las horas de trabajo. Y sobretodo a vosotr@s los que confiáis cada día en mí para vuestras celebraciones y momentos especiales. Es por ello que disfruto tanto con mi trabajo.
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